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Hoy las empresas, gobiernos y organizaciones enfrentan un mismo reto: no basta con crecer, es necesario hacerlo de manera sostenible.

En América Latina, el camino de un líder o empresario suele ser solitario. Las mipymes, que representan el 96% del tejido empresarial colombiano, enfrentan desafíos estructurales que limitan su crecimiento: baja rentabilidad, falta de aliados estratégicos y dificultad para acceder a capital o mercados internacionales.

En los últimos años, hablar de “aceleración” se ha vuelto tendencia. Sin embargo, muchas veces los programas tradicionales se enfocan solo en métricas financieras, dejando de lado lo más importante: el propósito y el impacto real que las empresas generan en la sociedad y en el planeta.